martes, 18 de septiembre de 2007

La Tienta


Es la prueba más importante de cuantas se hacen a los animales para medir su resistencia y bravura. Procede, como otras labores camperas, de finales del siglo XIX y se generaliza desde principios del siglo XX. Se realiza en una plaza que lleva su nombre, plaza de tientas, cuadrada o redonda y de tamaño mucho menor que el de las plazas de lidia y es un remedo de la suerte de varas o pica, en la que se emplea una puya mucho más pequeña que la reglamentada para las corridas. La respuesta del animal al dolor, su reiteración en la embestida y su resistencia bajo el caballo permiten al ganadero prever las cualidades de cada uno. Los becerros o erales no deben ser toreados jamás, sino tan sólo ser llevados al caballo. De lo contrario quedarían inútiles para la lidia, pues una de las características de los toros bravos es que aprenden, es decir, una vez que toman un capote no lo olvidan jamás y en el caso de salir luego al ruedo distinguen con precisión al torero del engaño, con el consiguiente peligro para la vida de aquel. Las vacas, sin embargo, es más que conveniente que sean toreadas, y mucho, a fin de medir la calidad y la cantidad de sus embestidas.

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